Analityc

Humor: Cuidado con la publicidad

En televisión aparece el comercial:
Le ofrecemos nuestros 3 paquetes para que adelgace con placer:
1. 10 kilos con una vez que tenga sexo.
2. 20 con una vez que tenga sexo.
3. 30 kilos con una vez que tenga sexo (no apto para amateurs o cardíacos).
Sólo llame a nuestros números.... ¡Llame... ya!
Entonces el señor comenzó a marcar el número del paquete 1 y en eso le contesta la operadora:
- ¿Diga?
- Quisiera pedir el paquete No. 1, por favor.
- Enseguida se lo mandaremos.
A la media hora tocan a la puerta, la abre y su sorpresa es que estaba una muchacha con short, top, zapatitos deportivos y con un letrero que decía: Si me atrapas soy tuya. Corrió y corrió y la atrapó y se la hizo suya.
Al día siguiente se pesó y tenia 10 kilos menos, emocionado llama de nuevo y pide el paquete No. 2... Tocan en la puerta, el va rápidamente a atenderla y era una mujer desnuda con sus zapatitos deportivos y con un letrero que decía: Si me atrapas soy tuya.
Se puso a correr y como a las 2 horas la atrapó e hicieron el amor con locura.
Al día siguiente se pesó y tenia 20 kilos menos. volvió a llamar a pedir el paquete No. 3 cuando tocan la puerta y es un negro grande de 2 metros, musculoso, con sus zapatitos deportivos y con un letrero que decía: ¡¡¡Si te agarro...!!!
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Aquél borracho estaba absolutamente K.O. en la barra. Tanto era así que cuando aquello cerró... el hombre, tirado en el piso, ni se movió. El dueño del local pidió colaboración y entre dos o tres "colegas", le revisaron los bolsillos y dieron con la dirección de su casa. Como no era muy lejos, decidieron llevarlo.
Y aquello fué toda una Odisea, porque cada vez que trataban de que el pobre hombre se sostuviera en sus pies, se desmadejaba y acababa invariablemente en el suelo. Entre este incoveniente y el propio pedo de los samaritanos que le llevaban... tardaron como una hora en salvar las dichosas tres cuadras hasta la casa del tipo..
Una vez allí, tocaron a la puerta y cuando salió una señora con cara de haber sido levantada de la cama, los borrachines le farfullaron orgullosos de la proeza:
- ¡¡Aquí le traemos a su marido!!
La señora de desperezó en un instante y los ojos se le pusieron como platos para gritar:
- ¡¿Y la silla de ruedas!?

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