Primer convento femenino que existió en La Habana. Su casa matriz se encontraba en Cartagena de Indias. Sus dimensiones aumentaron con el tiempo hasta absorber propiedades circundantes. Conserva en su interior callejuelas, construcciones domésticas y una fuente pública. El convento estuvo
rodeado por un aura de misterio aun después de abierto al público en 1922; al año siguiente su compra fraudulenta por el Estado suscitó uno de los episodios más relevantes en la historia de la intelectualidad cubana: la llamada Protesta de los Trece, que lideró Rubén Martínez Villena.
rodeado por un aura de misterio aun después de abierto al público en 1922; al año siguiente su compra fraudulenta por el Estado suscitó uno de los episodios más relevantes en la historia de la intelectualidad cubana: la llamada Protesta de los Trece, que lideró Rubén Martínez Villena.
Motivos para un convento
Corrían las primeras décadas del siglo XVII en San Cristóbal de La Habana, enclave de reunión de las naves que retornaban a España con los tesoros de las Indias, por lo que la villa se colmaba de hombres de mar y aventureros que aguardando su regreso a la metrópoli empleaban el tiempo en diversiones de todo tipo.
Poco a poco la ciudad se convertía poco a poco en un centro de vicios y los vecinos alarmados temían por la suerte de las hijas solteras y casaderas. Así, al iniciarse el siglo XVII habían solicitado a la corona la fundación de un convento que les permitiera colocar bajo segura custodia a las jóvenes que no encontraban marido.
De esta forma se erige el primer convento femenino en La Habana; edificio de dos plantas y gruesas paredes de tapias y rafas, ocupa más de una hectárea comprendida entre las calles Cuba, Sol, Luz y Habana dentro del compacto centro histórico de la Habana Vieja. Cuenta con tres claustros y el espacio a cielo abierto de lo que fuera una huerta.
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