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Por que las cubanas prefieren parir en el extranjero?



 Es bastante costosa, pero trae una amplia lista de ventajas en cuanto a derechos y libertades para el recién nacido.Parir fuera y volver se ha convertido, más que en moda, en un trámite de planificación familiar de cara al futuro.

Yahima tiene 26 años. Cuando la entrevisté vivía en La Habana Vieja y llevaba 4 meses junto con su novio reuniendo dinero. Vendió pinturas, anillos de oro y hasta el viejo Chevrolet del 56 que heredó de su padre. Al quedar embarazada, lo primero que pensó fue: ‘No quiero que mi hijo nazca en Cuba’.

Preparó todas las condiciones económicas y logísticas mediante un pariente en Ecuador (uno de los pocos países que en la actualidad no le requieren visado o carta de invitación a los ciudadanos cubanos) y se fue con su novio y un ‘regalo’ de 6 meses en su barriga, para Quito.

Cada uno se llevó en el bolsillo alrededor de 3000 dólares para poder demostrar solvencia económica ante las autoridades ecuatorianas de inmigración, y así poder entrar sin problemas al país. Una vez dentro podían permanecer legalmente hasta 90 días: ¡el tiempo justo para dar a luz!

¿Por qué parir fuera de Cuba? ¿Qué beneficios le da al bebé?

Al nacer fuera de Cuba y regresar, para los efectos legales, es un menor extranjero bajo la tutela de su madre; eso le beneficia en los siguientes aspectos:

- Posibilidad de acceso a las escuelas exclusivas para extranjeros en Cuba con mejor calidad, donde los niños se hacen incluso bilingües.

-Facilidad para salir de Cuba (tanto para el menor como para sus padres o tutores).

-Acceso a servicios exclusivos en Cuba para extranjeros (importación, acceso a internet, embarcaciones, inversión de capital en Cuba, acceso a hospitales con mejor calidad y sólo para extranjeros como el “Cira García”, entre otros centros médicos)

-Exclusión del llamado al servicio militar obligatorio a los 16 años.

-La posibilidad inherente de decidir, en el futuro, dónde estar, en Cuba o fuera de Cuba.

Yahima me comentó que la decisión difícil sería después del alumbramiento, una vez allí. Regresar a Cuba no lo veía con mucha ilusión, mas ella repetía continuamente en la conversación: “en cualquier caso, me quede en Ecuador o regrese, mi hijo no será cubano“.

Le prometí que no publicaría su historia hasta que todo saliera bien; por su seguridad y para el desenvolvimiento positivo de sus planes. Acabo de recibir un correo electrónico de ella. Me contó que había tenido mellizos, dos varones. Me envió fotos y acabó su mensaje con seis palabras: “Estoy feliz, mis hijos son libres”.

Al igual que este caso, conocí a otros nueve. Todas madres jóvenes, incluso con carreras universitarias. No dejaba de pensar en esas viejas historias del tiempo de la esclavitud donde las negras esclavas reunían dinero durante toda su vida para comprarle la libertad a su hijo. A pesar de la propaganda oficialista donde se pinta a Cuba como un paraíso en temas de maternidad, cada vez son más las madres viajeras decididas a parir fuera, y lo más triste, muchas otras al ver que no consiguen el dinero simplemente abortan o interrumpen los planes de embarazo.