Cuando la mayoría de la gente piensa en Cuba y judíos escapando de Europa durante la Segunda Guerra Mundial, lo que recuerdan es el transatlántico MS St. Louis que intentó atracar en La Habana en 1939.
El gobierno cubano, encabezado por el presidente Federico Laredo Bru, se negó a aceptar a los refugiados extranjeros a pesar de que los pasajeros habían comprado previamente visas legales.
Los viajeros desesperados fueron rechazados, y no solo por Cuba, sino también por EE.UU. y Canadá. Los refugiados fueron devueltos a Europa, donde muchos perdieron la vida a manos de los nazis en los campos de concentración.
Sin embargo, hay otra historia relacionada y poco publicitada, que comenzó a principios de la década de los ?40, y tuvo un final mucho más feliz. Sobre ella trata el documental de 46 minutos “Joyas Olvidadas de Cuba”, que se exhibirá en el Festival de Cine de La Habana el martes 12 de diciembre en el Teatro Infanta a las 3:00 p.m.
Sinopsis: El documental “Joyas Olvidadas de Cuba” nació de las historias que Marion Kreith le contó a su hija, la codirectora Judy Kreith, a lo largo de los años. Marion escapó con su familia de la Europa devastada por la guerra cuando era una niña, evadió la captura nazi y cruzó el Atlántico hacia un paraíso tropical. En esta película, su historia se mezcla con los relatos personales de otros refugiados que recuerdan haber escapado a La Habana [bajo el presidente Fulgenico Batista, elegido para el período 1940-1944] y los desafíos que enfrentaron en una tierra exótica y desconocida. Con una impresionante partitura musical de melodías judías y la música palpitante de La Habana, la película fusiona las realidades de dos culturas muy diferentes pero entremezcladas, sacando a relucir esta colorida e inspiradora pieza de la historia.
Al recomendar la película, el periódico Times of Israel escribió:
“La película es un contrapunto de” Voyage of the Damned “, un drama de 1976 protagonizado por Faye Dunaway y Orson Welles que narra el trágico viaje del SS St. Louis, un barco de vapor alemán que en 1939 navegó desde Hamburgo a La Habana con 937 Pasajeros judíos.
“Judy Kreith creció escuchando cómo su madre llegó a Cuba a la edad de 14 años en un barco llamado Colonial, y pronto se puso a trabajar puliendo diamantes en una fábrica sofocante. En un momento, entre 30 y 50 instalaciones de este tipo operaban en La Habana, convirtiendo la isla tropical caribeña por un corto tiempo en un importante centro mundial de pulido de diamantes”.
Alrededor de 6.000 judíos de Bélgica y otros 6.000 de Alemania y Austria, que llegaron un poco antes, pudieron refugiarse en Cuba.
The Times agrega: “La mayoría de estos judíos vieron La Habana como una parada temporal en el camino a Miami o Nueva York. Pero después de Pearl Harbor, se hizo casi imposible para los refugiados en Cuba, o cualquier otro refugiado, obtener visas de los Estados Unidos, por lo que terminaron quedándose por años.
“En 1948, sin embargo, con la guerra concluido y la reconstrucción de Europa, la incipiente industria del diamante en Cuba, desarrollada por las familias de refugiados, desapareció sin dejar rastro”.