Cesaba la lluvia y un cielo blanco y gris techaba la avenida con sus estrechas aceras. La gente comenzaba a desperezarse y salía a buscar ¿el pan, los mandados, el recado, la guagua?
Mi cámara por fuera de la ventanilla era un evento sumamente sospechoso en esta vía tan accidentada por las curvas,
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tan recogida en sus fachadas tristes, deslucidas, agresivas, quizá, por la mala fama de los barrios adyacentes. Nadie me saludó con un gesto de la mano, nadie sonrió, solo miraron con el ceño fruncido. (La reputación de Puentes Grandes nunca ha sido muy buena que digamos y a lo mejor por ello las madres se alt
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eran tanto cuando uno es adolescente y pide permiso para ir a un concierto en los Jardines de la Tropical, tan cercano a los otros, llamados de La Polar). La curva se deslizó suavemente por frente a la Papelera para después tomar impulso y subir, luego del puente, la parte más peligrosa, la que atravesar
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á más adelante el barrio de La Ceiba. Avenida peligrosa al quedar cegados los conductores por ese antojadizo trazado que no permite ver, en ocasiones, los autos que vienen de frente. Yo tenía deseos de salir pronto, llegar antes, cuando doblé en la esquina de 54 a la derecha, sentí que volvía a respirar.
Publicado en:http://www.habanalinda.com/articulos/habana-por-dentro-avenida-51/>
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