MIAMI, Estados Unidos.- Las dificultades para conseguir materias primas en Cuba obliga a los emprendedores a buscar soluciones, cuando menos exóticas, para poder seguir adelante con sus negocios.
Un reportaje de la agencia AP cuenta la historia de Orestes Estévez, un cubano de 65 años que pasó de la vida militar a empresario autodidacta y desarrolló su propia marca de vino usando frutas tropicales y un ingenioso método de fermentación: tapar los botellones con condones.
“El más popular sigue siendo el que hacemos de uva”, dijo a AP Estévez, que comenzó su negocio comenzó con la producción y venta clandestina en las décadas de 1960 y 1970.
A finales de la pasada década aprovechó las reformas del gobierno de Raúl Castro para legalizarse e instalar una pequeña fábrica en su casa, donde tiene casi 300 botellones de 20 litros tapados con preservativos y de los cuales salen también vinos de jengibre, fruta bomba o remolacha.
La empresa es llevada por Estévez, su esposa, su hijo y un ayudante contratado. Compran las frutas o las cosechan, las maceran, las mezclan con azúcar y levadura; y lo dejan reposar para luego trasvasarlo a las botellas que fueron previamente hervidas, lavadas y etiquetadas con la marca de la casa: “El Canal”.
“Cuando usted le pone un preservativo a un botellón es igual que con un hombre, se para; y cuando el vino está, a eso no hay quien lo levante”, dice Estévez a AP, en referencia a que al final del proceso no hay más gases que hinchen el preservativo. “Entonces es que terminó el proceso de fermentación”.
El productor agrega que junto con otros vinicultores que conforman una asociación probaron diferentes técnicas, ante la imposibilidad de conseguir en Cuba las sofisticadas válvulas de presión.
La solución perfecta fueron los preservativos, aunque también hay que saber hacerlo: “Si usted no lo pincha ese globo sale disparado. Con dos pinchazos bastan”, explicó el hombre sobre cómo eso permite que el gas se deslice suavemente.
Entre un mes y 45 días se tarda en dar a luz un vino rústico, de buena calidad y tan aromático como todo el olor dulzón a frutas fermentadas que envuelve la casa de los Estévez.
El vinicultor cuenta que, aunque es fácil conseguir el azúcar, la levadura y la fruta que necesita, aún tiene que luchar para obtener las botellas.
Según el hombre, su pequeña industria va en crecimiento y pasó de vender unas 10 botellas diarias de vino en 2012, a unas 50 en la actualidad. Sus ingresos de oficial retirado ? de unos 500 pesos cubanos mensuales (cerca de 20 dólares) ? se incrementaron al punto de que pudo apoyar financieramente la creación de casas de vino como la suya en otras barriadas de La Habana.
En un país donde una botella de vino importado de España, Chile o Argentina cuesta unos ocho dólares en las tiendas estatales, la familia Estévez ofrece un vaso de un sabroso tinto por cinco pesos cubanos (0,20 centavos de dólar) y una botella por 10 pesos (0,40 centavos de dólar).
Además de su modesto salario en pesos cubanos, García obtiene un sobresueldo de 16 dólares al mes y la opción de Estévez es la ideal. “El que hacen aquí no es empalagoso y suelo tomar unas dos botellas a la semana”.
Publicado en:https://www.cubanet.org/actualidad-destacados/cubano-usa-condones-para-producir-vino/
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