By Fernando Ravsberg
HAVANA TIMES ? Durante el año 2015 sufrieron abusos lascivos, corrupción, violación, ultraje sexual, pederastia, estupro e incesto 2174 niños y adolescente cubanos. Semejante barbarie constituye una afrenta que debería avergonzarnos a todos.
Cuba no es la única nación donde ocurren esas aberraciones. Según un informe de la OMS ?150 millones de chicas y 73 millones de chicos menores de 18 años tuvieron relaciones sexuales forzosas o sufrieron otras formas de violencia sexual?.
En los EE.UU., casi un 25% de las adolescentes y un 10% de los chicos han sufrido algún tipo de incidente sexual, abuso, robo o asalto, además este país ostenta el más cruel de los records: la mayor tasa de homicidios infantiles.
Una comisión gubernamental australiana determinó que 4.444 menores sufrieron abusos sexuales por parte de miembros de la Iglesia católica de ese país. Los delincuentes fueron 597 religiosos, 572 sacerdotes, 543 laicos y 96 hermanas religiosas”.
En algunos destinos de turismo sexual hay cierta tolerancia con el abuso de menores, de alguna forma se debería dar a conocer que en Cuba es un delito grave. Foto: Raquel Pérez Díaz
Las cifras anteriores sirven para poner en contexto lo que ocurre en Cuba, sin embargo, en este caso el mal de muchos no es consuelo de tontos, sino de crueles. Al ritmo del año 2015, en una década se podría hacer una fila de menores abusados que cubriría los 8 km del Malecón.
Podemos pensar en miles de excusas, decirnos que siempre y en cualquier sociedad habrá adultos sexualmente enfermos, que es imposible saber lo que ocurre dentro de cada casa o que el número de menores atacados es reducido frente a otras naciones.
Lo que deberíamos plantearnos no es lo que está fuera de nuestro alcance, sino cuánto es lo que aún queda por hacer. Si hubiéramos sido capaces de impedir que uno solo de esos 2174 menores fuera abusado, hubiéramos marcado una enorme diferencia.
Hace poco fue condenado en Miami un exprofesor que se llevaba jóvenes cubanas para prostituirlas, mientras algunos turistas creen que en Cuba pueden mantener relaciones sexuales sin importar la edad, varios de ellos pagan el equívoco en prisiones de la Isla.
Los funcionarios de Migración advierten a los hostales privados y a los grandes hoteles que deben tomar los datos de cualquier acompañante cubano que se hospede con un extranjero y que bajo ningún concepto les permitan entrar si tienen menos de 18 años.
Lo que más preocupa a las autoridades es el alquiler de apartamentos, donde el arrendador no tiene control de quien entra. Y no hay nada que advierta al turista sobre la gravedad del delito en que incurre cuando tiene relaciones sexuales con un menor.
¿Qué podemos hacer? La sociedad cubana tiene mecanismos que pueden servir para prevenir este tipo de violencia contra los más jóvenes, pero es necesario ponerlos a trabajar de lleno en esa misión, es imprescindible prepararlos para la detección temprana de esos abusos.
La cancillería informó que 300 funcionarios de la Fiscalía General de la República, Tribunales, Salud Pública y de la Federación de Mujeres, recibieron preparación en temas de prevención y detección de la explotación sexual, así como del abuso sexual infantil en la comunidad.
Evidentemente se realizan acciones en este sentido, pero aún el problema no es del conocimiento de los millones de personas que forman parte de las organizaciones populares, sobre todo, en las bases, donde es más fácil detectar esos abusos.
Los medios de comunicación casi no hablan del asunto, no publican noticias sobre violencia contra los menores ni las condenas a los culpables, a pesar de que informar ayudaría a visibilizar un problema que está golpeando a los más vulnerables.
Por ese desconocimiento, el tema no preocupa al cubano en general, es casi como si no existiera y nadie desconfía de los familiares y los amigos, sin sospechar que en la mayoría de los casos los abusadores pertenecen al círculo cercano a los niños y adolescentes.
No se trata de que hasta ahora se haya hecho poco, sino de que siempre podemos y debemos hacer más y visibilizar el asunto es importante, tanto para los que pueden ayudar a las víctimas como para los victimarios, quienes deben saber que el castigo será duro.
La sociedad cubana no tolera el abuso contra niños, muchos piden la pena de muerte y en más de una ocasión la Policía intervino para evitar linchamientos. Los nacionales y extranjeros que cumplen condenas por esos delitos deben incluso ser protegidos de los demás presos.
Ese espíritu social de rechazo y castigo puesto en función de una estrategia masiva de prevención puede resultar determinante para reducir el número de menores cubanos abusados. Cada niño o adolescente que se salve significará la mayor de las victorias.
Publicado en:http://www.havanatimes.org/sp/?p=122913
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Eres libre de expresar en los comentarios lo que quieras.