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Punta Brava, un lugar perdido en el tiempo


Punta Brava es el último rincón del municipio La Lisa, en La Habana. El territorio abarca 37,5 km2 en los que se asienta una población cercana a los 125 000 habitantes, por lo que está considerado entre los menos poblados de la capital. Está delimitado por dos zonas. La noreste, desde el Quibú hasta Arroyo Arenas, y desde la Autopista Nacional a Calle 25. La suroeste, con características suburbanas o semirrurales, incluye El Cano, Valle Grande, La Concepción, parte de Arroyo Arenas, El Guatao y Punta Brava. En la calle principal conversamos con algunos de sus pobladores. Carlos Mederos se lamenta por la poca atención que reciben del gobierno: “todo llega a buchitos (…) aquí no pasan las guaguas (…). No tenemos cómo entrar o salir de aquí, a no ser que pagues 30 pesos [poco más de un d

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ólar] hasta el [hospital] Frank País o cojas bicitaxis”. Ciertamente, por las calles parece no transitar ningún vehículo, unas matas de maíz crecen en medio de la vía. Fermín Velazco, un jubilado, nos habla de los graves problemas con la electricidad y el abastecimiento de agua. A pesar de ser un pueblo pequeño, los servicios son deficientes, como sucede en todo el país.

 También asegura que la pensión que recibe no le alcanza para satisfacer sus necesidades básicas: “mira la miseria, el hambre que estamos pasando, no me alcanza el dinero de la pensión, vivo de mi prenda espiritual”. La doctora Idalmis Fuentes comenta sobre la atención médica en la localidad: “más vale no enfermarse aquí, pues los servicios de ambulancia no llegan a tiempo. Tenemos escasez de especialistas y medicinas

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(…) estoy corriendo a ver si logro aplicar a alguna Misión Médica en el extranjero que me saque de este pueblo”. Ana Luisa Hernández y Manuel Trebejo comentan sobre los comercios estatales desabastecidos: “todo es una porquería y una estafa”, “reina la mala calidad en todos los sentidos”, “no hay forma de adquirir nada de calidad”, “tampoco hay un mercado agropecuario”, “tenemos que recurrir a lo carretilleros con sus precios astronómicos”, son algunas de sus quejas. Por otro lado, pudimos conocer que los lugares de entretenimiento no existen. El cine Prisma lleva cerrado mucho tiempo. Aun así, las autoridades municipales no han mostrado interés en repararlo.

En peores condiciones se encuentra la Iglesia Bautista, una vieja construcción de madera totalmente deteriorada. Sus feligreses
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han decidido arreglarla con sus propios recursos. También la Casa de Cultura permanece cerrada al público. Graciela Mijares, la recepcionista, nos informa que el local se encuentra en un proceso de reparación casi interminable: “al menos lo que es la Galeria de Arte (…) pero todo marcha lentísimo, a ritmo de tortuga, por eso no podemos hacer actividades culturales”.

 Como consecuencia, los jóvenes deben viajar hasta La Lisa para lograr algo de diversión. Punta Brava es en la actualidad como un espacio vacío, desamparado, solitario. El esplendor de antaño ha desaparecido en 56 años de revolución socialista. De las viejas tradiciones y los rituales aborígenes, queda muy poco o nada. Sin dudas, sus habitantes están atrapados en medio de la nada. Como si estuvieran perdidos en el tiempo.



Publicado en:http://www.cubanet.org/mas-noticias/punta-brava-un-lugar-perdido-en-el-tiempo/>

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