Por: Ana Margarita González
Está situado en el oeste de la Mayor de las Antillas y es paso obligado entre la capital de Cuba y el balneario de Varadero. El puente constituye una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana
Constituye un espectáculo sin
par en la geografía cubana. Algunos chóferes sienten un susto en el estómago al pasar por él, pues la longitud y el peligro de los vientos cruzados los ponen en tensión. Los turistas tienen una visible preferencia por visitarlo y los cubanos admiran la obra humana, que se sitúa entre las siete maravillas de la ingeniería civil de la Isla. Hablamos del Puente de Bacunayagua, el más alto y largo de Cuba.
Es paso obligado para el tránsito entre las provincias de La Habana y Matanzas, en el occidente del país y por qué no decir también, un alto en el camino de casi todos los pasajeros desacostumbrados a andar por esta exuberante ruta, que es además el enlace vial hasta la playa azul de Varadero, la más famosa en las costas de la Mayor de las Antillas.
De visita en el lugar, usted puede descansar en un atractivo mirador, con amplios balcones, que lo ponen en contacto con una exclusiva naturaleza, dibujada entre el mar, la profunda garganta del río que da nombre al puente y el paisaje cubano de verdes y palmeras: el valle de Yumurí se abre como un divino regalo de los Dioses.
Una obra maestra
El proyecto de la obra fue ejecutado por un grupo de ingenieros civiles cubanos dirigidos por Luis Sáenz Duplace, que utilizaron por primera vez el hormigón estructural para los semiarcos del sistema Melan. El uso de ese arco resultó lo más novedoso al construirse con acero laminado que se armó en dos partes, girando cada una hasta encontrarse en la posición definitiva.
El proyecto de la obra fue ejecutado por un grupo de ingenieros civiles cubanos dirigidos por Luis Sáenz Duplace, que utilizaron por primera vez el hormigón estructural para los semiarcos del sistema Melan. El uso de ese arco resultó lo más novedoso al construirse con acero laminado que se armó en dos partes, girando cada una hasta encontrarse en la posición definitiva.
Las vigas se colocaron en posición mediante una armadura de lanzamiento, sin lo cual no hubiese sido posible hacerlo, por cuanto en esa época (de 1956 a 1960) sólo estaban disponibles en el país grúas de 30 toneladas. El puente de Bacunayagua tiene 314 metros de longitud y 110 metros de altura y se desliza sobre una inmensa abertura que forma del río de igual nombre.
Atrapadas a su paso queda una exuberante naturaleza de palmeras, arbustos y pastos que crecen silvestres, para dar un toque muy distintivo al lugar. Las aves vuelan a niveles inferiores que los vehículos y muchas veces es imposible distinguir el verdadero tamaño de los animales. Las casas se divisan como minúsculos aposentos y las personas casi son imperceptibles.
Las potencialidades del entorno ofrecen las condiciones ideales para el desarrollo del senderismo, como parte de un programa de turismo que constituye una opción más en aquellos vacacionistas interesados en explorar cada tramo de la geografía cubana y valorar los casi 70 especies de la flora y la fauna que son exclusivas del lugar.
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