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El acoso sexual a las mujeres en Cuba es una práctica común



Tres décadas después, Maritza recuerda que era una adolescente cuando fue víctima de abuso sexual de un vecino del barrio. “Yo llegaba de la secundaria y recogía la llave del apartamento en su casa. Era un señor afable, amigo de la familia. De niña me regalaba chucherías y libros de cuentos. Pero cuando cumplí 13 años comenzó a mirarme distinto. Un día, al darme la llave, estaba completamente desnudo. Intentó ofrecerme dinero y a menudo me decía cochinadas (groserías)”, confiesa y añade:

“Lo que ahora se llama acoso sexual lo sufrimos casi todas las niñas cubanas en la escuela. Los acosadores solían ser los varones del aula. Y no era un día o un momento determinado. Era a lo largo de todo el curso escolar. Igual te miraban los blúmers con un espejito, que te levantaban la saya, te tocaban el fondillo o te rascabuchaban en el baño. Una vez a una alumna le quitaron sus ropas e imitaban que le hacían el amor. Estábamos en cuarto grado”, rememora Maritza.

La historia del acoso sexual en Cuba es de vieja data. No es un fenómeno que produjo la revolución de Fidel Castro. Pedro, historiador, cree que el choque en la Isla de la cultura europea, más avanzada, y la esclavista o primitiva, muy atrasada, pudiera tomarse como un punto de referencia.

“Cuando los españoles descubrieron América, las indias andaban prácticamente desnudas. Legiones de hombres formados en la guerra, la mayoría ignorantes y poco cultivados, se pasaban meses sin tener relaciones con mujeres. Ese primer contacto con hembras semidesnudas les encendió el deseo del placer. Y se satisfacían utilizando la fuerza. Siglos después, los dueños de haciendas y centrales azucareros que tenían lotes de esclavos actuaban de igual manera con las esclavas jóvenes, más apetitosas. La base de nuestra cultura es tremendamente machista. El trato de una esposa hacia su marido rayaba en el servilismo. Después se han sucedido cambios que han beneficiado a la mujer, pero seguimos teniendo una cultura extremadamente machista, donde los hombres que tienen un cargo o posición social consideran que las mujeres son sus subordinadas y si aceptan trueques carnales, pueden mejorar en sus puestos laborales”, explica Pedro.

El acoso sexual en Cuba no distingue ideología, raza ni credo religioso. Los periodistas cubanos nos debemos una investigación minuciosa para saber si dentro de la Iglesia Católica nacional existió pederastia o abuso sexual a menores.

Al controlar el régimen los medios e instituciones, ese tipo de investigaciones sobre temas que pueden afectar el honor de sus líderes y aliados coyunturales, como es la Iglesia Católica, no están autorizados. A los periodistas independientes se les cierran las puertas cuando han intentado indagar sobre el asunto.

Llamémosle Lydia. Una joven profesional, muy católica, confiesa que durante su niñez, además del frecuente acoso escolar, frases vulgares de los hombres en la calle y el manoseo dentro de los ómnibus urbanos, también fue acosada por un sacerdote en una parroquia habanera. “Cualquier sitio es un buen lugar para un acosador. Lo he sufrido en la escuela, en las guaguas, en el cine, viajando en tren o caminando por una calle poco alumbrada, donde el tipo se saca el miembro y se masturba descaradamente delante de ti. Siendo niña, cuando los fines de semana asistía a clases de catecismo, un sacerdote, aparentando cariño, me manoseaba. Nunca se lo conté a mis padres, porque te invade un sentimiento extraño, como si la víctima fuera la culpable”.

Dentro de la disidencia, donde supuestamente apuestan por el respeto a los derechos humanos e igualdad de género, se han dado casos de acoso sexual. Dos notables opositoras, una exbloguera y otra abogada, se sintieron sexualmente acosadas por colegas, que incluso llegaron a tocarlas o acariciarlas sin su consentimiento. Es habitual entre líderes masculinos intentar acostarse con mujeres de su grupo a cambio de ciertos privilegios, como becas en el extranjero o recibir mejor remuneración. En ese mundillo se rumora de disidentes que se aprovechan de los activistas presos para ligar a sus esposas. El acoso sexual en la Isla abarca todos los sectores de la vida nacional.

En la televisión, el teatro o el cine, “el acoso es a la cara. Ha habido castings donde el director coquetea abiertamente contigo y sugiere que te puede dar el papel si vas a la cama con él. Hay acosos más sutiles y otros más descarados. Pero el propósito es el mismo, utilizarte sexualmente a cambio de favores”, cuenta una egresada de un instituto de arte.

Dentro del régimen igualmente existe acoso sexual e infidelidad conyugal. No importan los galones militares, el cargo del funcionario, su edad o estado civil. Cuando una mujer le gusta a un dirigente, la conquista a como dé lugar. Existen casos consentidos por la mujer, como periodistas que se involucraron en relaciones sentimentales con integrantes de la nomenclatura política como el caso de quien fuera el ideólogo del partido comunista Carlos Aldana y de Pedro Sáez, que ocupó el cargo de primer secretario del partido comunista en La Habana.

“Es una combinación fatal de necesidades económicas y miedo a perder el puesto de trabajo. Algunas lo hacen en contra de su voluntad, pero en otros casos, lo propicia la mujer, que en ese tipo de trato encuentra una forma de mantener a su familia y elevar su calidad de vida. Cada cual es libre de hacer con su cuerpo lo que quiera. En las instituciones del Estado, sean militares o civiles, el acoso sexual ya es un estilo de vida por parte de una mayoría de funcionarios. Mientras más jerarquía tenga, con más descaro se comporta. Acariciarte las nalgas o las tetas para ellos es como saludarte o darte los buenos días”, relata una secretaria en un ministerio.

"Sobre ese tema hay total impunidad en Cuba", afirma una profesora jubilada. Y comenta sobre un video de 1992, que mucha gente ha visto en La Habana y que a pesar de la mala calidad de imagen y audio, se ve al general Raúl Castro darle una nalgada a una de las jóvenes militares que junto con una tropa femenina pasa por su lado, mientras se escucha la voz de una periodista hablando en inglés. No solamente es criticable el gesto del actual mandatario del país, sino también las cosas que dice. De ese mismo día es este otro video, bromeando al principio y fumando al final.

Me temo entonces que una revolución para denunciar el acoso sexual a las cubanas aún tendrá que esperar.