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Las fotos 'mágicas' de las dictaduras


Las fotografías capturan momentos y los anclan en el tiempo. Con el paso de los años, las transformaciones que las fotos experimentan consisten, invariablemente, en el deterioro de los materiales que las componen. Los químicos sobre el papel pierden rigor y los matices se tornan amarillentos. El papel, por su parte, también sufre decadencia y, en dependencia de su calidad, comienza un proceso de muerte lenta que puede terminar desfigurando la instantánea.

Pero muchas de las fotografías que han capturado el proceso revolucionario cubano han experimentado una transformación diferente. Es un proceso de transformación que tiene que ver mas con la magia que con la química: muchos de sus personajes desaparecen.

Unos de los primeros en desaparecer fue el comandante Huber Matos en una de las imágenes más icónicas de la revolución. La foto que fuera una de las más divulgadas de la columna rebelde entrando en La Habana fue tomada por Luis Korda. Como en aquellos tiempos las herramientas de edición de fotos eran algo primitivas, se echó mano de la siempre certera y segura tijera. Y, en un momento dado, la imagen de Huber Matos fue recortada como una cuquita. Matos había pasado de ser maestro y patriota, a comandante, y a sedicioso condenado a 20 años por traición. Desde ese momento comenzó el trabajo de degradación de su imagen.  

En la foto de la entrada en La Habana estaban, de izquierda a derecha, Camilo, Fidel y Huber. El producto final  quedó con solo dos fotografiados: Camilo y Fidel. La imagen se encogió un poco, pero aún funcionaba para la propaganda del máximo líder. [Ver imágenes en la galería debajo de este artículo]

Por supuesto, como nadie se atrevía a cortarle ni un átomo de la camisa de Fidel nos ha quedado en la imagen manipulada, que circuló durante muchos años en la prensa oficialista, un pedazo de la ametralladora de Huber para recordamos el fantasma que se resigna a desaparecer.

Junto con Huber Matos se sumaron a la lista de desaparecidos fotográficos Eloy Gutiérrez Menoyo, Aníbal Escalante, Pedro Díaz Lanz, Carlos Franqui, Guillermo Cabrera Infante, Mario Llerena, Heberto Padilla, Ernesto Betancourt, Norberto Fuentes, Alcibíades Hidalgo y un largo etcétera. La lista se extiende e incluye compañeros de armas, periodistas, consejeros económicos, antiguos miembros fundadores del Partido Comunista o del Partido Ortodoxo donde militaba Fidel Castro.

El resultado en casi todas las instantáneas es el mismo, se encogen. Igualmente aparecen espacios en blanco donde antes estaba la imagen del indeseado. En la nueva composición uno o varios de los fotografiados desaparecen y con ellos parte de la historia de la revolución y de sus protagonistas.

Otra de las alteraciones que durante los años el público ha detectado es la desaparición de Carlos Franqui. El "crimen" de Carlos Franqui fue tal vez su profesión. Como periodista y director del periódico Revolución, se fue distanciando poco a poco de la revolución hasta que finalmente se produjo una ruptura formal en 1968, cuando firmó una carta condenando la invasión soviética a Checoslovaquia. Desde esa época su imagen se ha esfumado del álbum revolucionario de Fidel.

Las prácticas de manosear las imágenes de la revolución han incluido instantáneas desde el comienzo de la revolución hasta épocas recientes, como el escándalo cuando la agencia de prensa AP descubrió que le habían distribuido fotos retocadas para esconder la prótesis auditiva detrás de una oreja de Fidel.

Pero esta fascinación por reinventar la historia a su manera no una innovación de los líderes de la revolución cubana. Tanto Mao Tse-Tung como Josef Stalin eran muy conocidos por sus trabajos a la hora de rediseñar el pasado.

Stalin condujo con frecuencias purgas dentro del Partido Comunista y el ejército para eliminar cualquier vestigio de oposición o disidencia interna. Y, al final de cada una de las purgas, donde sus víctimas casi siempre terminaban fusiladas, comenzaba un proceso de adulteración fotográfica.

Nikolái Ivánovich Yezhov fue un político ruso y hombre de confianza de Stalin que llegó a la cúspide como Comisario del Pueblo de Asuntos Interiores. Durante su ejercicio como comisario de Interior, cientos de miles de personas fueron ejecutadas y millones detenidas en las campañas de represión. A finales de 1939 fue acusado de espionaje en favor de Alemania, Gran Bretaña, Polonia y Japón; de dirigir una conspiración para preparar un golpe de Estado, de organizar algunos asesinatos y de sodomía. El 2 de febrero de 1940 fue fusilado. Ni la prensa ni la radio informaron sobre el juicio y la ejecución. Su imagen desapareció poco a poco de todas las fotos de la revolución rusa.

Otro caso muy conocido es el de Po Ku (Ching Pang-hsien), que fue un opositor dentro del Partido Comunista chino, quien junto con Wang Ming (Chen Shao-yu) tenían una línea de dirección algo divergente a la de Mao. Cuando Mao se hizo con el control total del partido descalzó a Po Ku de todo poder y de su participación en el pasado.

Otros dictadores como Adolf Hitler y Benito Mussolini han sido de los más prolíficos en el arte de la transformación fotográfica, que han jugado a adulterar la historia para evitar revisitar a antiguos compañeros de aventuras políticas caídos en desgracia.

Las dictaduras necesitan crear un mito alrededor del máximo líder, del comandante supremo, del guía infalible, pero la realidad y la vida los traiciona porque para llevar a cabo sus "proezas", sus "hazañas épicas" se tienen que rodear de seres humanos que cometen errores o simplemente se atreven a disentir. Estos seres humanos que ya no sirven a la causa y empañan la imagen del "proyecto supremo" deben desaparecer.

A la larga, los avances en la preservación de la imagen impresa han logrado recuperar muchas fotos viejas en las que un matiz amarillento amenazaba con aniquilar su contenido. Muchas de ellas han retornado casi intactas.

Los falsificadores de la historia que, con gran habilidad y dedicación han tratado de "perfeccionar" momentos incómodos usando el sortilegio de la edición, se han encontrado con otra magia inesperada. Las imágenes tienen su propia vida y se resisten a ser amputadas. Los originales siempre regresan.
CLIVE RUDD FERNÁNDEZ
http://www.diariodecuba.com/cuba/1407140153_9789.html