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La precaria definición de lo cubano
LA HABANA, Cuba.- Por lo general, cuando se habla de cultura las personas se instalan cómodamente en nociones de identidad, en el patrimonio legitimado a través de la tradición, o en ciertas expresiones artísticas con las cuales interactúan. En Cuba sucede algo similar, pero la contracción del fenómeno en el imaginario popular ha acabado por limitarlo casi exclusivamente a la música.
A tenor de celebrarse hoy, 20 de octubre, el Día de la Cultura Cubana, el equipo de CubaNet conversó con algunos ciudadanos que coinciden en que la Isla se define por su deleite en la música y el baile. Amén de que ambas expresiones gozan de la preferencia de los insulares, no está de más preguntarse si la simplificación de un tema que es mucho más complejo y abarcador, obedece también a la exacerbación mediática de determinados valores, trayendo como resultado un monolítico concepto de la identidad y la cultura, con el cual se ha tratado de manipular la visión que el país tiene de sí mismo.
A esta precaria definición de ?lo cubano? enquistada en la percepción popular, hay que sumar la profunda ignorancia de las nuevas generaciones, que no conocen siquiera las efemérides y se regodean, sin vergüenza, en ese nuevo mérito que es el desconocer todo cuanto nos hace nación; desde la historia, las artes, la religión y el deporte, hasta la tradición culinaria, la forma de caminar, la alegría y la voluntad de alcanzar una independencia real.
De ese crisol de valores, principios y aspiraciones, solo una porción muy pequeña de la sociedad cubana es consciente. La mayoría ?especialmente los jóvenes? se ha acomodado en los estereotipos, o lanzado con avidez hacia el consumo de propuestas culturales foráneas que suplen la falta de alternativas interesantes de factura nacional.
El manejo incoherente de la política cultural cubana y la incapacidad de sus gestores para adecuarla a los distintos períodos de la historia reciente de la Isla, provocó que durante años lo nacional estuviera en permanente confrontación con lo extranjero. Pero la progresiva apertura del cerco informativo, sumada a la avanzada deformación de la cultura popular y el empobrecimiento de la educación ?desde la necesaria instrucción hasta el proceso de cultivar valores y juicios estéticos?, se han conjugado para destapar una crisis de la cultura que va más allá de no leer a Martí, o ser incapaz de mencionar un pintor cubano.
Todo interés en lo esencial ha sido reemplazado por un apagón masivo del saber. Hay algo anormal en los jóvenes cubanos que trasciende la insolencia y la inmadurez propias de su edad. Es un compromiso absoluto con la voluntad de permanecer en una penumbra intelectual, una cómoda estupidez de la cual apenas emergen para ir a un punto wifi, conectarse y retomar el mismo estado vegetativo, bombardeado por una música que conspira contra el lenguaje, la imaginación y la decencia.
La atrofia político-ideológica y económica ha terminado por esclerotizar la cultura. Cada tradición en Cuba está amenazada por los apremios materiales, y las consecuencias se observan tanto en el espacio colectivo como en el ámbito privado. La religión ha devenido folclor que atrae al turismo; la música cubana se ha reducido al ritmo de habanera en clave electrónica, para crear un reguetón que abra todas las puertas del divertimento en CUC; y los deliciosos postres cubanos ?arroz con leche, casquitos de guayaba, boniatillo, majarete? han sido sustituidos por pastelería francesa en versión tropical, para ajustarse a estándares comerciales.
Muchos se preguntan qué cultura cubana se celebra el 20 de octubre; si la razón histórica perpetuada en los libros, o esa manera de vivir que, desde hace medio siglo, ha enlodado la memoria para que la existencia de la nación gire alrededor del mismo conflicto. Por momentos, a pesar del vasto patrimonio artístico y cultural de Cuba, da la impresión de que esta tierra no es, a no ser por sus dilemas.
Quedan pocos escenarios donde la cultura se asume y expresa desde otras perspectivas; donde existe ?el vuelo? y el propósito medular es conmover a un pueblo endurecido en una lucha demasiado larga, acosado por la vulgaridad entronizada y la marginalización de la sociedad.
Falta amor, educación y sentimiento de pertenencia. Entre las muchas cosas que han sido arrebatadas al pueblo cubano, están la curiosidad y el coraje; no para ?enfrentar al enemigo?, sino para buscar, descubrir y aprender. Lamentablemente, los hijos de Cuba han tenido que sacrificar tanto, que hoy no quieren ofrecer nada en el altar de la Patria.
Publicado en:https://www.cubanet.org/destacados/de-espaldas-al-altar-de-la-patria/
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