En Cuba diseñar no es tarea fácil, y menos cuando el dinero es el principal problema. Es por eso que los diseñadores deben recurrir a los materiales que encuentran en la basura para transformarlos en obras magnificas, llamativas e invaluables.
Olaff Alejo confecciona lamparas de sal destinadas a purificar el aire. Él debe hurgar en la basura casi a diario para encontrar restos de madera y objetos obsoletos que le ayuden a armar su invento.
Esta práctica no es nueva para ellos. Muchos diseñadores deben ingeniárselas ya que no cuentan con una tienda mayorista para disponer de los materiales.
/p> Muchos recurren a la reutilización y al reciclaje de los materiales que tienen a su alcance.
“No es nada fácil conseguir las materias primas pero eso nos hace adaptarnos e improvisar mucho, siempre estamos improvisando”, dijo Alejo, de 37 años, cuyas lámparas contienen sal y cristales.
Alejo dijo que con frecuencia pregunta a carpinteros por los restos de los marcos de ventanas y puertas que usan y son desechados, y que a él les sirven como bases de madera para sus lámparas. Además, rescata interruptores, enchufes y cables de equipos eléctricos viejos.
“Son muy difíciles de encontrar. No hay un abastecimiento en las tiendas”
Las lamparas valen entre 25 y 50 dólares, algo elevado si se tiene en cuenta que el salario mensual de los cubanos es de máximo 30 dólares al mes.
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Las materias primas con frecuencia son escasas y caras. La Habana sostiene que el principal obstáculo para su desarrollo es el embargo que le impone Estados Unidos hace más de medio siglo, pero para los cubanos eso es sólo una excusa.
“Los pantalones los convierto en bolsos. Como las espaldas de las camisas no se rompen tanto, las corto y las pego y así hago sobrecamas de parches”, dice Caridad Limonta, cuya empresa familiar Procle vende vestimentas y artículos para el hogar.
Si bien la mujer dijo que deseaba que fuera más fácil comprar textiles en Cuba, tampoco quiere que el país adopte el mismo tipo de “Moda Rápida” que prevalece en las economías consumistas donde la ropa es barata pero a menudo desechable, generando gran cantidad de desperdicios.
“En otros países se echa (tira) la lámpara y se compra otra”, dijo la diseñadora Gretel Serrano, de 32 años, quien trabaja en el Vintage Bazar, del barrio El Vedado, y que actualmente labora en un gran lote de lámparas para un hotel.
“Aquí (las lámparas) se llevan a la tienda y se restauran, queda una lámpara nueva”, señaló.
Publicado en:https://cubanosporelmundo.com/blog/2017/07/12/arte-reciclado-dominado-cubanos/
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