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Cabaret Tropicana

Espectáculo en el Cabaret Tropicana

Desde de los albores del siglo pasado, a la entrada del municipio habanero de Marianao y lindando con la línea del ferrocarril Zanja-Marianao encontramos Villa Mina, hermosa posesión suburbana propiedad de Regino Truffin, ceñida por un lujurioso bosque tropical y marco de ensueño para un cabaret que es todo una leyenda en la historia de los espectáculos musicales del orbe y que un día fuese llamado "el night club más atractivo y suntuoso del mundo"; nos referimos al mítico Tropicana.

A finales de la década del 30, Mina Pérez Chaumont, viuda de Truffín, decide el arriendo de la propiedad a un grupo de empresarios encabezados por Víctor de Correa, quienes deseaban montar un night club. El coreógrafo y director de espectáculos Sergio Orta es quien sugiere el nombre de Tropicana, inspirado en la melodía homónima del compositor y flautista Alfredo Brito, estrenada en el mismo lugar, y con esta denominación es que se da a conocer a partir de las festividades del fin de año en 1940.

Al final de la década aparece en el ámbito Martín Fox, bolitero* proveniente del interior del país, le llamaban "el guajiro Fox" . Como gente nacida y criada tierra adentro, adorada la vegetación, convirtiéndose en su más ferviente celador. No contaba con preparación alguna, pero sí con audacia y sólidas relaciones con los grupos más solventes. Estas condiciones provocaron que en pocos años destronara a Víctor Correa y que, junto a Alberto Ardura y Oscar Echemendía, conformara la trilogía empresarial que haría de Tropicana uno de los cabarets más famosos del continente.

En las postrimerías de 1949 el señor Fox comienza a transformar el centro con el concurso del joven arquitecto Max Borges Recio, hijo de Max Borges del Junco, de igual profesión y propietario de la compañía constructora encargada de la ampliación y remodelación de Tropicana. El primer fruto de esta unión lo constituyó la bailarina estilizada fundida en piedra artificial por la ya reconocida escultora cubana Rita Longa y asentada en 1950 a la entrada del cabaret.

El golpe de estado del 10 de marzo de 1952 desencadenaría la apoteosis del juego en Cuba que llegó a ser denominada "Isla del Juego", y la misma Habana reconocida como "Las Vegas del Caribe". Martín Fox, consciente del papel que desempeña Tropicana como casino insignia, se adelanta a los acontecimientos construyendo el nuevo salón techado Arcos de Cristal, para hacer presentaciones en noches invernales o de lluvia, y se proyecta la nueva imagen del clásico Bajo las Estrellas, exquisita terraza a cielo abierto que ya había conquistado para Tropicana el sobrenombre con el que aún se le conoce: "Un paraíso bajo las Estrellas" .

Salón Arcos de Cristal. Cabaret Tropicana

"El ejemplo más logrado de la arquitectura de los cincuenta, en lo representativo de la significación estética de la naturaleza tropical utilizada dentro del contexto arquitectónico es el salón Arcos de Cristal del cabaret Tropicana, Premio Medalla de Oro del Colegio Nacional de Arquitectos de 1953. La arquitectura se reduce a ligeros arcos de cubierta cuya forma queda adsorbida por el predominio de la exuberante naturaleza en una síntesis integrativa que asimila el casco originario de una vieja finca suburbana" 2 , ha afirmado el destacado arquitecto Roberto Segre. Para recrear la bóveda celeste en pleno campo (pretensión máxima del propietario) se pintó todo el local en colores oscuros y se iluminó fuertemente la arboleda del exterior que invade a su vez el interior poco alumbrado a través de cristales transparentes que cubren los espacios resultantes de la intersección de uno y otro arco. Evidentemente, como reflejó la crónica de la época, Arcos de Cristal constituyó una concepción arquitectónica única en su clase.

Durante la década del 50 la nota más sobresaliente estuvo en los espectáculos. "Fue Tropicana", según revista Show de mayo de 1955, "el primer cabaret de Cuba que descubrió el imán de las grandes producciones y fue Rodney el primero a quien cabe el orgullo de haberlas mostrado con triunfal acogida" 3. Rodney, cuyo verdadero nombre era Roderico Neyra, fue para la prensa especializada de esta etapa el mayor y mejor pagado coreógrafo y director artístico de Cuba. El "mago Rodney", como se le conocía, asombraría a quienes visitaban Tropicana con sus deslumbrantes espectáculos, entre los que sobresalen: Omelen Ko, La viuda alegre, Primavera en Roma, Casa de té, Fantasía mexicana, Seis lindas cubanas y muchos más que contaron con el aporte artístico de Rosita Fornés, Celia Cruz, Olga Guillot y el dúo Celina-Reutilio, entre otras muy destacadas figuras. Importante resultaría la presencia de dos parejas de baile que hicieron época: Ana Gloria y Rolando, Leonela González y Henry Boyer, dedicadas a las interpretaciones típicas cubanas y clásicas, respectivamente, así como la del maestro Armando Romeu, personaje clave en la dirección orquestal. De inolvidables fueron catalogadas las actuaciones de artistas de gran calibre internacional, como Carmen Miranda, Nat King Cole, Liberace y Pedro Vargas, así como la exhibición por primera vez fuera de París de la entonces recién creada Colección Primavera-Verano 1954 del diseñador Pierre Balmain, quien además de encargarse del montaje, viajó a La Habana para presentar personalmente los diseños.

 

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